miércoles, 22 de julio de 2009

Caos laboral de las Escuelas Normales del País

Luis Hernández Montalvo.

Existen profesores en las Escuelas Normales del país que suponen que con los labios silenciados se ven mejor, se evitan enemistades con su director, pero sobre todo, se protegen de la cólera de los líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Contrariamente al debate internacional sobre los nuevos modelos de gestión escolar y educativa, no somos los profesores desde las escuelas, los que decidimos el rumbo escolar, son entidades ajenas a nosotros, a nuestro trabajo, los que deciden por nosotros en función de acuerdos políticos y de conveniencias e intereses de personajes y de pandillas definidas por su atraso académico y por su alejamiento de la ilustración pedagógica.

En los últimos sesenta años, líderes del SNTE y administración burocrática se confabularon para despojar al magisterio de su iniciativa pedagógica en el aula y de su capacidad creativa desarrollada durante más de un siglo. Otras fueron las prioridades de la administración y de la burocracia de un sindicato conformado desde las élites del poder. La práctica docente fue dominada por las actividades políticas, la intriga, la promoción e inducción del voto a favor del partido en el gobierno, el magisterio mexicano se convirtió en la principal fuerza electoral del Partido Revolucionario Institucional. La lucha por los cargos sindicales fue una garantía de ascenso social, pero sobre todo de enriquecimiento de los líderes, quienes controlaron y controlan presidencias municipales, diputaciones locales y federales, sin contar con puestos en distintas áreas de los gobiernos locales. Si, los maestros líderes dominan a los trabajadores y se enriquecen con las cuotas que quincenalmente les descuentan por acuerdo del Gobierno Federal y de los Estados. ¿Es casual que una buena parte de la estructura del IFE este integrada por profesores? En este contexto gravita la carrera docente. ¿Qué podemos esperar entonces?

La vocación fue sustituida por la ambición al poder, por el dinero y el enriquecimiento ilícito en todas sus manifestaciones, incluyendo al narcotráfico en algunas regiones del país, en el tráfico de migrantes como polleros. La moral de los hombres y mujeres a los que entregamos a nuestros hijos, está marcada por toda clase de inequidades y vicios que podamos imaginar, y sin embargo, pesa sobre el imaginario del magisterio una gran fuerza moral, que de vez en cuando se convierte en fuerza histórica para construir y pensar que es posible otra realidad para la educación pública. No serán los añosos líderes del SNTE los que vengan a decirnos como mejorar la educación, que ellos se han encargado de destruir desde los cimientos y desde la moral pública del magisterio, pero también debemos comprender y entender que ningún cambio será posible desde la política que todo lo corrompe, que mira en la educación al servicio y a los servidores como objetos de mercado, sin derechos plenos como seres humanos. Después de las elecciones pasadas, seguramente viene una nueva cadena de reformas, entre las que se encontrarían la laboral.

Estamos como hace cien años, discutiendo nuestro derecho a la libre sindicalización, a que se respete nuestra voluntada de a ser sindicato, a organizarnos en un sindicato que nos represente en nuestros intereses, para que defienda nuestros derechos como fuerza creativa y creadora de riqueza de este país, queremos ser sindicato en si, pero también sindicato para si, y de ninguna manera la caricatura corporativa en que nos encuadraron, como un sector del PRI, o como lo intenta reeditar la maestra Elba Esther Gordillo en el partido personal y familiar llamado Partido Nueva Alianza. Esta reforma la vamos a enfrentar los trabajadores en la más completa desorganización, con una izquierda que entiende la oposición de manera muy distinta a su comportamiento en los dos siglos de país independiente.

Hay algunas voces en las escuelas normales que se expresan tímidamente, que se mueven entre la censura y la autocensura. Más allá del miedo y los controles burocráticos, los profesores están sometidos por el hambre, maestros contratados por hora clase, vigilados por los líderes del SNTE, saben que su futuro laboral depende de su lealtad y de la entrega de su voluntad a quienes dirigen los destinos de las escuelas normales.

Efectivamente, desde el SNTE se controla el ingreso de los estudiantes a las escuelas, el supuesto sindicato como entidad exterior a las escuelas normales, es el responsable de la formación de los futuros profesores, más adelante, es el responsable de contratarlo mediante mecanismos laborales de control y sumisión y es el SNTE el responsable de la permanencia, capacitación y promoción de cada uno de los profesores, mediante el control de los escalafones de mandos y el horizontal llamado también Carrera Magisterial.

Al SNTE no le interesan los perfiles profesionales de los profesores contratados. En los últimos treinta años, lo mismo llegan a las escuelas normales médicos cirujanos y parteros, que ingenieros, arquitectos o técnicos en alimentos o en diseño gráfico, lo que menos importa a los directores de las escuelas normales es demandar la contratación de los nuevos profesores en función de las necesidades institucionales. Pero las cosas no siempre han sido iguales, justamente hace seis años, la todavía existente Dirección de Normatividad, realizó un Censo sobre el Perfil Profesional de la Planta Docente de las Escuelas Normales del País. Tenía como objetivo fundamental, obtener información suficiente y confiable sobre el perfil profesional y las condiciones de trabajo de los profesores de las escuelas normales públicas y privadas del país.

Los resultados del estudio serán –decía una nota al magisterio- insumo central en la definición de acciones que buscan continuar fortaleciendo el desarrollo académico de dichas instituciones. La nueva administración educativa con origen en el Partido Acción Nacional, de manera irracional destruyó al cuerpo académico, incluyendo a la Dirección de Normatividad, y dejó los procesos de transformación en un grupo de irresponsables e ignorantes del Programa para la Transformación y el Fortalecimiento Académicos de las Escuelas Normales. Seis años después, la realidad es otra de la que seguramente recogió el diagnóstico, en menos de un lustro varias escuelas normales perdieron prácticamente a toda su planta docente y fue sustituida por profesores incondicionales de los dirigentes sindicales seccionales.

Los directores, han recibido recursos económicos extraordinarios como nunca había ocurrido en la historia de estas venerables instituciones. A raíz del incremento de las colegiaturas en el BINE de dos mil pesos a cuatro mil, el Secretario de Educación local ha señalado que el Instituto Normal del Estado, ha recibido recursos extraordinarios por más de veinte millones de pesos. La indignación aumenta entre los normalistas cuando se filtra la información de que la administración de la normal no puede justificar cerca de ocho millones de pesos.

Las escuelas normales no cuentan con una dirección reformista que impulse los procesos iniciados desde marzo de 1984 – 1997, para infundirle un nuevo impulso a las instituciones que se debaten en la indefinición institucional, ante los amagos del cierre de las mismas por resultar irreformables y porque un grupo de vivales han hecho de las aulas y de las escuelas un espacio para la simulación, donde se reproducen todos los vicios imaginables, pero también de estos escombros nace la voluntad de resistir para reconstruir.

Lamentablemente las cerca de cincuenta escuelas normales del estado de Puebla y del resto del país no cuentan con especialistas en la enseñanza de la lectura-escritura, ¿Entonces como los niños de la escuela primaria van a lograr de manera eficaz el aprendizaje inicial de la lectura y la escritura? ¿Cómo integrar a la cultura del profesor de educación primaria los diversos enfoques sobre la enseñanza del Español, cuando estos no rebasan los márgenes del analfabetismo funcional? Si los profesores de las escuelas normales no incorporan su voz en los colegiados de las academias, no podemos esperar nada bueno de estas instituciones formadoras. ¿Como evitar que los futuros profesores desde su pedestal de ignorantes se manifiesten contra la escuela tradicional y cuando tengan que iniciar su vida profesional, deban recurrir al silabario de “san miguelito”?

Que lleguen a las escuelas normales los hijos desempleados de los líderes sindicales, los que pueden comprar una plaza en los sótanos de la corrupción, pero primero que lleguen los especialistas en las líneas sustantivas de la formación de los futuros maestros, para que no obliguen a sus futuros alumnos a llenar las planas de “abecedarios” y letras, en la copia de lecciones y lecturas, un profesor de educación primaria que sepa que la enseñanza del concepto de número es algo mas que “hacer planas del uno al mil”.

Las escuelas normales requieren algo más que técnicos en diseño, es urgente la presencia de especialistas que sepan trabajar pedagógicamente los contenidos con el apoyo de las nuevas tecnologías. Que lleguen los abogados, pero requerimos especialistas en la enseñanza de la historia, de la geografía y el civismo. Que también se contraten a los físico culturistas, pero antes queremos a formadores de educadores físicos. Ninguna reforma impuesta o no puede prosperar si las condiciones de trabajo de las escuelas no cambian, se pueden reformar los planes y programas de estudio las veces que quieran, mientras las escuelas normales no se transformen esfuerzos y dinero se van al cesto de basura, y los procesos competitivos en la producción pueden ocultarse en los expedientes de las oficinas burocráticas de los funcionarios.

Mientras no reparemos la casa, no hablemos de ética, mientras promovamos la represión al magisterio, no enseñemos ética, mientras los maestros tengan hijos hay una esperanza de reacción y de resistencia a tanto desorden y caos laboral en nuestras instituciones formadoras de docentes, incluye a la Universidad Pedagógica Nacional.

El autor es profesor del Bachillerato General Matutino del Benemérito Instituto Normal del Estado de Puebla.